La trufa es un hongo subterráneo
que se encuentra en simbiosis con las raíces de ciertos árboles, como la
encina, el castaño, el roble, el nogal, entre otros, lo que se denomina
micorriza. Su nombre deriva del latín "terrae tufer", que significa "excrescencia
de la tierra", por su aspecto negro y a veces deforme.
Desde la antigüedad los hombres
la han buscado afanosamente y la han creído relacionada con toda clase de
fenómenos naturales y mágicos: eclipses, rayos, tormentas. Los egipcios la
conocían y era muy apreciada en sus cocinas. Los griegos y los romanos le
atribuían virtudes terapéuticas y sobre todo afrodisíacas, más que
gastronómicas.
En la Edad Media fue considerada
como una manifestación del demonio debido a su aspecto, el lugar donde se
encontraba (bosques de brujas y hechiceros) y el hecho de ser afrodisíaca, la
hizo caer en la prohibición y acabo en el olvido. Volvió a resurgir con fuerza
en el Renacimiento, y ya en tiempos de Luis XIV era estimadísima como manjar.
A principios del siglo XVIII, el
botánico francés Geoffroy la clasificó definitivamente como un hongo. Ya para
esa época se buscaban, localizaban y cosechaban las trufas, con la ayuda de
cerdos y perros a los que de pequeños se les untaba en las mamas de sus madres
el aroma de tan preciada joya culinaria. Una tierra casi estéril debajo del
árbol y la presencia de un tipo de mosca es indicativo de la posibilidad de
existencia de trufas enterradas.
En Francia la reina es la trufa
negra: Tuber melanosporum, también llamada de Perigord, que se encuentra en la
Francia meridional, aunque también en la región de Aragón en España y en Italia
en la Toscana y Spoletto. Es verrugosa y de color negro o gris-violáceo. Pero
es la trufa blanca la que alcanza el máximo esplendor entre todas las trufas y
además un altísimo precio, entre 2.000 y 3.000 dólares por kilo. El alimento
más caro que existe en el mundo, es la trufa blanca del Piamonte en Italia: Se
llama Tuber magnatum, de forma irregular globosa, generalmente sinuosa, de
color ocre pálido, terroso, blancuzco o ligeramente amarillento en el interior,
con un perfume intenso, agudo. Para muchos entendidos es lo máximo en
gastronomía.
Por:
Recetas.net
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