No habrá 'stand39;, sino 14
mesas o barricas desparejadas en una esquina libre de la feria Fenavin (Ciudad
Real, 6-8 de mayo). En el suelo, moqueta por obligación, porque, si no, habrían
dejado el cemento desnudo. Y 14 hombres y mujeres que hacen vino de una manera
diferente y que nunca habían participado en una gran feria comercial española.
Son amigos, poco adinerados, y se han rascado los bolsillos para presentarse
ante un público profesional –los compradores de muchos países– poco habituado a
ver en España 'vinos naturales'. Y a catarlos, claro, y –esperan sus
productores– a comprarlos.
Los 'vinos naturales',
apenas conocidos en España pero muy en boga en París y en Nueva York, son
definidos a veces de manera simplista como "vinos sin anhídrido sulfuroso
añadido", ya que una de las pocas formas cuantificables de distinguirlos
es ésa. Sin embargo, esa insistencia en una cifra de miligramos de SO2 –un
producto derivado de la propia fermentación y que protege al vino de accidentes
como la excesiva oxidación, pero que añadido en cantidades excesivas provoca
alergias a algunas personas y también invade el aroma del vino– acaba siendo
negativa y polémica, además de desviar la atención de lo que esta escuela de
viticultores-elaboradores más persigue: vinos de viñas cultivadas
respetuosamente, sin productos de síntesis, y hechos con una mínima
manipulación para preservar al máximo sus características naturales.
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