Es un plato típico y considerado un plato nacional de la región del norte de este país. Sus ingredientes básicos son los frijoles, blancos o rojos, y la carne de cerdo en salazón.
Se suele presentar acompañada de arroz y naranjas. La historia cuenta que los portugueses llevaron recetas para Brasil, con ingredientes como la oreja, el morro, el rabo y la lengua de cerdo, por lo que se extendió el uso de este animal en las dietas. Sobre sus orígenes se sabe que la feijoada primitiva comenzó a ser preparada en las senzalas (hogares de esclavos negros) con la llegada de los primeros esclavos procedentes de África a partir de 1549.
En la actualidad, la feijoada se preparaba en las reuniones familiares y fiestas de los pueblos, y como un plato barato es alcanzable a toda la población.
La gastronomía portuguesa es rica en variedades; con muchos toques de la cocina mediterránea y también perfilada con el toque atlántico. Además muchas culturas han influenciado en la comida de Portugal con matices asiáticas, africanas, árabes.
Pero en Portugal predominan los sabores atlánticos del pescado o, como ellos dicen, de los peixes. El bacalao es, sin duda, el alimento estrella y con miles de formas de elaborarlo: cocido, al horno, frito o a la parrilla. El secreto está, fundamentalmente, en el desalado. A partir de aquí, cada cocinero tiene su receta particular con la que hacer disfrutar de este magnífico producto: bacalao à brás, à Gomes Sá, bacalao guisado, en pastel o en forma de deliciosas pataniscas, unos finos buñuelos que suelen acompañar de una jugosa feijoada (guiso) de arroz y alubias pintas.
Y si hay un plato del que se disfruta en cualquier menú portugués, independientemente de la época del año, ése es la sopa. El caldo verde es la preparación más popular; se elabora a partir de patatas y col, y se corona con una rodaja de chorizo. La carne es, asimismo, fundamental para la dieta de los portugueses, así como el cerdo (porco), en forma de carne y embutido, y los queijos, pequeños quesos de diferentes curaciones y calidades, completan el trío de ases de la cocina portuguesa. Y para aderezar, siempre unos magníficos e intensos aceites de oliva.
Aparte de la ternera o el cordero, el cerdo (porco) es uno de los alimentos básicos de la población, especialmente los embutidos, donde destaca el chouriço (chorizo) y el presunto (jamón curado, muchas veces ahumado). Y en cuanto a los dulces son famosos en el mundo por su delicado sabor y cuidadosa elaboración. Lisboa, al ser la urbe más grande del país, se distingue por contar con numerosas cafeterías y pastelerías donde comprar y degustar todo tipo de repostería.
Los pasteles de Belem son típicos del centro de Portugal: los turistas quedan encantados con estos exquisitos bocados de hojaldre y crema de nata. Otros confites son los pasteles de huevo de Alentejo o de Aveiro, o las piñonadas de Alcácer.
Miguel pestana
Sub-Chef´s
The bristol – Inglaterra.
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