Adictiva, versátil, calórica y
sabrosa, la salsa tártara se insertó en las debilidades del paladar criollo y
todos los pronósticos le auguran larga vida en nuestra mesa.
Ni oficial, ni extraoficialmente
la salsa tártara es un platillo venezolano. No se le asocia a nuestra
culinaria, no forma parte de nuestras recetas emblemáticas, ni siquiera se le
vincula con la sazón criolla. Sin embargo, goza de una popularidad a toda prueba.
Se le incluye desde los menús de
los restaurantes más caros, hasta las versiones de procedencia dudosa en
expendios de comida callejera. Su sabor y textura es sinónimo de exceso, fiesta
y calle. Armoniza con mariscos rebosados, pescados fritos, sánduches, arepas,
empanadas, pasta y hasta con casabe.
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