Aparecen en el mercado venezolano
marcas de café “gourmet”, que parecen venidas de otras latitudes. Para
beneplácito de los amantes de esta bebida son cultivados, procesados y
empacados con sello local
Inconcebible comenzar el día sin una aromática
y sabrosa taza de café. Basta acercarse a la barra de cualquier panadería, para
escuchar la compleja comanda que recibe el barista: guayoyo, tetero, marrón,
clarito, negrito, marrón claro, con leche oscuro o claro, entre otros. Así que
el café forma parte de nuestra cotidianidad, está presente en todas partes y a
toda hora.
Venezuela durante muchos años fue
famosa por la calidad de su café, que se distingue como “aromático, con un
cuerpo medio o ligero”, tal como expresa el propietario de Café Blandín,
Eduardo Pérez Viana. Sin embargo, el mercado local ha sufrido muchos cambios y
esta situación ha influido directamente en la calidad del producto y no para
mejor.
En un mercado tan amplio hay
espacio para todas las variantes, desde el que se consigue en los anaqueles de
los supermercados, pasando por los de cafeterías hasta los denominados como
“tipo gourmet”. Éstos últimos, solo ocupan un 0.5% del consumo, en un sector
que día a día va ganando espacios.
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