Una tendencia crece entre los winemakers indios: reducir en la planta el número de racimos para lograr una concentración en el producto que logre entregar una uva de excelencia.
En el mundo de la ciencia de la vinicultura, buenas uvas no pueden hacer un mal vino. Con este concepto se trabaja activamente en India.
El “noventa por ciento de un vino está en la uva,” dice V.S. Patil, vice presidente de Grover Vineyards Ltd, que lleva a cabo un doctorado en agronomías y dirige a un equipo de una docena de diplomados de agronomía que supervisan 450 acres en las cercanías de Bangalore y Bijapur en Karnataka, y Sangli en Maharashtra.
La técnica que emplean se caracteriza por reducir los racimos de uva de cada planta para que la baya se enriquezca en sabores y aromos esenciales para un buen vino.
Grover, como otros winemakers indios, está prestando más atención que nunca a la calidad del vino mientras que los clientes tienen mayor discernimiento y consideran como desechables las uvas de baja calidad.
India es uno de los países emergentes en la producción y consumo de vino y este movimiento responde a la tendencia que exige un mejor producto de parte de los consumidores.
La idea de restringir la producción es extranjera y para estimular a los granjeros indios Grover usa las cosechas pagando el resultado cualitativo antes que el cuantitativo. Por primera vez pagará por acre antes que por el kilogramo de la uva. La compañía apunta cortar la producción por acre a partir de 3-3.6 toneladas a 2.8 toneladas en algunos años.
También existe una tendencia para reducir la cantidad de fertilizantes y pesticidas.
Algunos winemakers expresan además su voluntad de estudiar la producción de otros países: “Necesitamos estudiar países más calientes, como América latina o España y sus variedades locales de la uva", dice Michael D'souza, winemaker en Chateau de Banyan.
Estudio Ricardo Brizuela.
Diario del Vino.
Argentina.
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